lunes, 24 de noviembre de 2014

ECLIPSE GIRASOLAR.

Vago por campos de trigo infinito.
Campos sin afeitar
que desprenden colores que huelen al verano de fuego.
No hay viento,
no hay ruido,
pero todo se balancea, todo está en su sitio.

Piso las arrugas de la tierra sedienta,
tras la brecha de sangre trazada
por la cuchilla de oro.

De entre las espigas del cabello
brotan gotas de agua
que resbalan mi cara para estamparse en el suelo;
voy repoblando de tristeza el terreno
y la sombra del fruto protege mi cuerpo.

Camino al ritmo de la tierra,
incesante,
como el latido acompasado de un cometa que se desintegra;
avanzan mis pies de ceniza.


La luz nos convierte en trigo,
los rayos de un sol que se esconde.


1 comentario:

  1. Me encanta este poema, sinceramente. Es muy gráfico y a la vez es muy simbólico. Mi imagen favorita es la de la "cuchilla de oro" que hace que la tierra se desangre. Es muy profundo.

    Gracias por compartirlo. Saludos.

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