domingo, 26 de abril de 2015

Estoy en duelo
porque mi infancia ha muerto.

He abierto la bolsa de los días
para esparcir las semillas
sobre la tierra estéril y abandonada,
para que crezcan helechos 
robles, cerezos, palmeras
para que renazcan las flores
y el rocío conozca el reposo, 
para que vuelvan abejas
a posarse
y desposarse
para que en mis manos tiernas
no haya maldad ni sexo
y la sangre fluya 
por dentro
discreta
como ríos larguísimos
durmiendo bajo tierra,
para que mi olor
a nada huela
y la noche 
sea el más misterioso
de los misterios
que me rodean.

pero mis manos 
cobijan ceniza 
como arena de luto
y el enigma de la noche 
se desvela;
 un cofre abierto
y destripado.

La sangre que escupo
se enfrenta a la tierra polvorienta.

Por eso,
al ver el destello moribundo
de la tarde anaranjada
lo he sabido:
mi infancia ya estaba muerta.



2 comentarios:

  1. La infancia es un mundo de pureza, inocencia y misterio. La vida aparece como ilimitada donde todo es posible. La alegría y la belleza siempre están presentes.
    Después vienen los adultos y te roban los sueños... vienen los adultos y te ensucian el mundo. Ahora tendrás que vivir la realidad, tan asquerosa y mediocre como sus vidas.
    El encanto se pierde y la vida se transforma en algo más gris, más pálido y sin sentido a veces.
    Tal y como decía Einstein, uno de los sentimientos más profundos que existen es el misterio. Si el misterio ha sido desvelado, ¿dónde encontraremos el encanto, la magia y la belleza?

    ResponderEliminar
  2. Tu poema tocó mi alma, Iyán.

    "mi infancia ya estaba muerta"...

    ResponderEliminar